El club de las perdedoras

—Todavía no me ha llamado... —lloriqueó Moonbyul mientras se recuperaban en el suelo de la sala de prácticas. Practicar una hora seguida no debería ser humano.


Le respondió Wheein, que estaba como una rosa:


—Normal, la chica era guapa, ¿qué te crees que iba a hacer con una notita con un número escrito? ¿Le pusiste también "Llámame"?


Moonbyul asintió de mala gana, y a Hyejin se le escapó la risa.


—Se creería que se la había colado un extraño y la tiraría... O le daría mal rollo y no se atrevería a llamar.


Moonbyul resopló y se acostó en el suelo, mirando el techo y reflexionando sobre su mala suerte mientras descansaba. No tenía ni idea de cómo iba a contactar con ella, y esa certeza la hacía sentir vacía y triste.


—¿Y ahora qué hago?


No se había dado cuenta de la conexión hasta que había visto la marca de Solar, pero desde entonces, no podía sacarle los ojos de encima. Quizás hasta la había asustado, no le extrañaría. Agradecía su entrenamiento como idol, que le había permitido ocultar un poco su sorpresa y sus deseos de decirle ahí en medio que era ella, que su afortunada alma gemela era justamente Moonbyul.


¿Pensaría que era rara? ¿Estaría pensando siquiera en ella, aunque fuera la mitad de lo que Moonbyul estaba pensando en ella? Volvió a resoplar, sin energías para seguir bailando.


—Podrías invitarla a la agencia y ya está.


Hyejin cortó la propuesta de Wheein, como si se le hubiera ocurrido la mejor idea del mundo, así que ambas ignoraron a su compañera.


—Era medio famosa, ¿no? Si tiene cuenta de twitter, ¡le puedes hablar por ahí!


—¡Eres un genio, Hyejin! —Moonbyul había recobrado las fuerzas, y se lanzó encima de su amiga para cubrirla de besos mientras la otra se reía—. Si esto funciona, ¡te invito a cenar donde quieras!


Encendió el móvil y desconectó de sus compañeras durante su búsqueda. Claro, ahí estaba: la cuenta oficial de Irene&Solar. Le avergonzaba admitir que ya se había visto todos los vídeos del canal en los que apareciera Solar, pero leer sus tuits volvió a traerle un sentimiento de calidez al pecho. No se lo pensó dos veces antes de enviarle un mensaje, muy emocionada. Como vio que no contestaba, apagó el móvil y se puso a rapear y a bailar con la energía de mil soles.


Cuando volvió a encenderlo un par de horas más, no tenía la notificación de ningún mensaje a su cuenta privada. Suspiró con tristeza, aunque quizás estuviera ocupada trabajando. Entró en el chat para ver a qué hora le había mandado el mensaje, y palideció.


Irene&Solar la había bloqueado.

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