Capítulo 6: Explosión.

Ni siquiera me atreví a negarme a irme en cuanto Pepper me dio la noticia. Sabía que si mi pá quería que me fuera, no iba a haber nada que lo detuviera para echarme de la casa, pero aún así tenía la estúpida esperanza de verlo aparecer para pedirme que me quedara. 


   Claro que eso no sucedió. 


   Pepper, Natalie y yo abordamos el coche de la primera, con dirección a su casa. No despegué los ojos de la mansión hasta que se convirtió en un puntito de luz, en donde mi pá nunca apareció para decir adiós. 


   —Esto es temporal, Peter —me aseguró Natalie, que iba sentada a mi lado. Fue la primera vez que la vi sonreír genuinamente. 


   —¿Él...? ¿Él ya no me quiere? —pregunté finalmente, sintiendo como era que mis ganas de llorar volvían a incrementarse. Pepper me miró a través del retrovisor y sonrió tímidamente. Pero eso ni siquiera era una respuesta. 


   —No te quedes así, tienes que decirme si me quiere —exigí, y justo en ese momento me di cuenta que sonaba igual a como lo haría mi pá, igual de caprichoso y calculador. Y me hubiera alegrado en cualquier momento, pero no ahora que me había abandonado. No ahora, que dejar de sentir mi pecho doliendo parecía imposible. 


   —Te quiere, Peter —aseguró Pepper—. Te quiere más de lo que puede expresar. 


   Fue difícil creerle, pero lo hice. Solo porque pareció ser que mi dolor de pecho menguó al escuchar sus palabras. 


°~°~°


   En el tiempo en el que estuve con Pepper, supe varias cosas de mi pá: había organizado una fiesta por su cumpleaños que había terminado con él orinado en su traje de Iron Man y una buena paliza que le pegó Rhodey con uno de sus trajes prototipo. 


   La fiesta desastrosa de mi pá, tuvo consecuencias más grandes, como que la casa había terminado completamente destruida por la batalla de Rhodey y mi pá; o también el gran escándalo que se desató por la conducta de mi pá, y cuyos estragos intentaban resolver Pepper y Natalie día a día. 


   También supe que hubo una buena cantidad de días en las que mi pá estuvo encerrado en lo que fuera que quedara de su taller, haciendo quien sabe qué cosas. Me preguntaba si no me necesitaría para ayudarlo a algo. 


   Y finalmente, dejé de tener noticias de él, ya que los periodistas parecían repentinamente interesados en la exposición que daría Justin Hammer en la Stark Expo, algo que no terminaba de entender. Hasta donde sabía, mi pá consideraba a Hammer como el peor cretino e inventor que alguna vez había pisado la tierra. 


   —Oye, Jarvis... —me detuve, recordando que Jarvis no estaba conmigo. Estaba tan acostumbrado a hablar con Jarvis en mis momentos de soledad, que él era una de las personas-cosas que más extrañaba de mi vida con pá. 


   Y, sobre todo, lo que más odiaba de vivir con Pepper, era que mis momentos de soledad eran más prolongados y horribles. 


   —¡Natalie! Por favor, apresúrate —escuché que pedía Pepper desde el piso superior de su casa. Ahora que había visto las noticias, podía entender a dónde tenía que ir Pepper esa noche. 


   Natalie apareció en la sala y me miró de arriba a abajo antes de comenzar a hablarme en susurros—: Vístete a toda velocidad, Peter. Te vamos a llevar. 


   Abrí mucho los ojos. No tenía permitido salir de la casa de Pepper si no era para ir al colegio. 


   —No digas nada y vístete, yo hablaré con Pepper —me ordenó, y rápidamente tuve que subir corriendo las escaleras, encontrándome con la sorpresa de que al parecer Natalie se había tomado la molestia de escoger mi ropa. 


   Pasé la camisa y el pantalón por mis extremidades con tanta rapidez que hubo un momento donde terminé haciéndome bolas y tuve que volver a comenzar, pero finalmente lo logré. 


   —¡Peter! —me llamó Pepper desde abajo—. ¡Si quieres venir, espero que estés listo ya!


   No supe qué fue lo que Natalie le dijo a Pepper para convencerla de mi compañía, pero no me importó mucho. Estaba emocionado por la perspectiva de ir a Stark Expo a analizar los mejores inventos del año, pero también era porque creía que quizá mi pá se encontraría ahí, y si podía volver a verlo, podía convencerlo de volver a vivir con él. 


   Bajé a trompicones hasta donde estaban Pepper y Natalie, ambas vestidas con vestidos negros muy bonitos que hacían que sus cabellos resaltaran. Se veían tan elegantes que creí que yo lucía como un tonto, pero quizá fuera porque yo no llevaba corbata como Happy. 


   —Pondré un par de reglas antes de salir, Peter. Y tienes que respetarlas si quieres estar con nosotras —me dijo Pepper, colocándose de cuclillas y comenzando a acomodar mi camisa.


   —Número uno —me dijo, mostrándome su dedo índice para lucir más severa—. No puedes separarte de Natalie, Happy o de mí. Quiero que estés bien sujeto a nosotros. 


   Asentí, mientras sentía las suaves manos de Pepper acomodar mi cabello. 


   —Número dos —levantó su pulgar—. Si quieres ir a algún sitio, lo haremos después de la presentación de Hammer. 


   Volví a asentir, y esta vez Pepper se puso de pie, tomó su bolso y me extendió su mano para que saliéramos de la casa. 


   Subimos a su lujoso coche, el cual era conducido por Happy, que me saludó tan alegremente como cualquier otro día, mencionando algo acerca de mi parecido con mi pá. 


   Ese comentario comenzó a resonar en mi cabeza conforme Happy avanzaba por las calles para llegar a la Expo. Me fue increíblemente curioso mirarme en el espejo con tanto ahínco, logrando encontrar un par de similitudes ente mi pá y yo, como el cabello, los ojos o la nariz, pero habían partes que no encajaban con él. 


   Sí, me parecía a mi pá, pero habían partes en las que me parecía a alguien más.


   Terminé dándome por vencido al recordar que mi pá y yo no éramos realmente nada, por lo que intentar encontrar similitudes era tonto. 


   Pasé el resto del camino en silencio, viendo a Pepper y a Natalie charlar sobre el trabajo y a Happy conduciendo. 


   Cuando llegamos a la Expo, noté que había una considerable cantidad de gente en espera de entrar, por lo que pude entender por qué era que Pepper había insistido tanto en no separarme de ella. 


   Un par de empleados nos abrieron las puertas del coche, y me fue inevitable no pensar en que todos nos veíamos demasiado ricachones. Mi pá seguro se habría reído al notar lo mismo. 


   Caminamos por los pasillos de la Expo, saludando a un par de personas y viendo de reojo todas las exposiciones de diferentes fabricantes que estaban ahí. Era tan grande que no tenía ni idea de por donde quería comenzar a inspeccionar todo. Quizá cuando mi pá y yo hiciéramos las pases, podría tener el tiempo suficiente para investigar todo lo que había ahí. 


   Llegamos justo a tiempo hasta la presentación de Industrias Hammer, donde pudimos sentarnos hasta enfrente, donde se encontraba gente muy importante, pero no me interesaba; nadie ahí era mi pá. 


   Comenzó a sonar una música horrible que retumbó por todo el salón, y justo cuando creí que no habría nada más horrible, Justin Hammer salió bailando como si acabara de ganar la lotería. 


   —¿No tiene vergüenza? —pregunté al aire, ganándome una pequeña carcajada de Pepper—. Silencio, Peter —susurró, aún sonriendo ligeramente. 


   Justin Hammer comenzó a dar un discurso estúpido sobre las muertes ocasionadas por las guerras y el egoísmo de mi pá por no querer compartir su tecnología con el gobierno para crear un ejército de Iron Man's, algo que sonaba tan estúpido que ni siquiera Pepper, con su correcta forma de ser, pudo evitar soltar un—: Ay, no.


   El discurso continuó, logrando que mis ganas de dormirme subieran de un 0 a un 1000 en cuestión de segundos. 


   —¡Los HammerDroides! —gritó Hammer, logrando que mi atención se viera reavivada, justo en el momento en el que el escenario comenzaba a iluminarse y revelaba un grupo de malas copias del traje de mi pá. 


   —¡Ejército! —gritó Hammer, presentando una docena de esas cosas, mientras que la gente le aplaudía como loca. 


   —¡Marina! —gritó de nuevo, justo en el momento en el que otro grupo de imitaciones emergía de las profundidades del escenario. 


   —¡Fuerza aérea!


   Estaba tan molesto, que deseé poder darle una buena patada en el rostro. Y al parecer no era el único, ya que Natalie y Pepper parecían casi tan molestas como yo. 


   ¡Ese tipo era molesto! 


   —¡James Rhodes! —gritó Hammer, logrando que mi odio por él se disipara un momento para presentar la confusión.


  ¿No se suponía que Rhodey era amigo de mi pá? ¿Qué hacía en la presentación de ese farsante? 


   Pero eso no fue lo más desconcertante, sino que Rhodey estaba portando el prototipo en el que mi pá y yo habíamos estado trabajando tiempo antes. 


   De acuerdo, ahora sí quería darle un buen golpe a ese cretino. 


   Algo parecido a un cohete acercándose llamó la atención de todos los que estábamos en el salón. Nos giramos para ver por la enorme ventaba que mostraba toda la ciudad, y creo que casi me fui de espaldas al reconocer el traje que venía volando hacia nosotros: era mi pá. 


   Me puse de pie en el asiento para poder ver mejor. 


   Mi pá aterrizó en el auditorio y, como si todo esto no fuera ya una locura, abrazó a Rhodey y comenzó a saludar al público. 


   —¿Se volvió loco? —le pregunté a Pepper, que parecía tan preocupada que podría explotar. 


  Y después, los Hammer-no-sé-qué levantaron sus armas y apuntaron con ellas hacia el público, igual que el traje de Rhodey. Comenzaron a soltar gritos de impresión y terror por lo que estaba a punto de suceder. 


   Sentí la mano de Pepper aferrarse a la mía con fuerza, y no la solté. 


   Pá salió volando a toda velocidad y tres segundos después, todos los Hammer-no-sé-qué comenzaron a disparar directo al techo de vidrio, que se derrumbó en miles de pedacitos, que, sabía bien, iban a caer encima de nosotros. 


   —¡Pe...! —gritó Pepper, tirando de mí y arrojándome al piso, donde me cubrió con su cuerpo, evitando que la lluvia de cristales me cayera directamente. La gente comenzó a gritar y a correr a toda velocidad, y una vez que Pepper pudo ponerse de pie, nosotros tres también salimos corriendo lo más rápido que las piernas nos lo permitían. 


   Creí que nos pondríamos a salvo, pero por alguna razón terminamos detrás del escenario, donde ya se encontraba Hammer y un grupo de algo que intentaban ser técnicos, intentando encontrar una explicación a porqué sus malas imitaciones se habían vuelto locas. 


   —¡Están controlando el software desde otra computadora! —gritó uno de sus técnicos, logrando que Pepper me soltara de la mano y saliera corriendo completamente enfurecida hasta Hammer. 


   —¡¿Quién controla su software?! —le gritó a Hammer. 


   —¡Nadie! ¡Pepper, largo de aquí! ¡Largo, los tres! —contestó Hammer, que parecía tan molesto como confundido. 


   Estuve a punto de darle ese buen golpe que se merecía en cuanto vi a Natalie pasar echa una furia y tomarlo del brazo a toda velocidad, para estrellarlo contra la mesa en donde sus técnicos intentaban solucionar todo el problema. 


   Solté un pequeño gritito.


   —¡¿Quién hizo esto?! —le exigió Natalie, apretando su brazo con más fuerza. Pepper y yo nos miramos confundidos—. ¡¿Quién está detrás?!


   En menos de treinta segundos, Hammer confesó. Dijo algo sobre un Ivan Vanko y Natalie salió corriendo a toda velocidad, directa a quién sabe donde, mientras que Pepper tomó su celular y comenzó a llamar a alguien que intuí era mi pá. Pero no, al parecer decidió llamar a la policía. 


   —¡Peter! ¡No te separes de mí! —me pidió Pepper, comenzando a hablar con el departamento de policía mientras interrogaba a unos de los técnicos para saber qué era lo que sucedía con exactitud. 


   No sabía qué sucedía, lograba ver por las ventanas de la Expo a las personas corriendo y máquinas explotando por todos lados, pero no sabía qué era lo que había ocasionado todo este desastre. 


   Los técnicos de Hammer estaban haciendo todo lo posible por solucionar el problema, pero eran tan inútiles que los minutos pasaron y pasaron y pasaron y no lograban desactivar ni una sola máquina.


   Todo se reducía a un montón de explosiones y gente gritando. 


   —Logré conectar con el señor Stark —informó uno de los técnicos de Hammer, logrando que me echara a correr para ver qué sucedía. 


   —Muchas gracias, agente Romanoff —escuché que decía mi pá—. Pues sí, por el momento no estoy muriendo.


    —¡¿Muriendo?! —preguntamos Pepper y yo a la imagen de mi pá dentro del traje—. ¡Tony! ¿Qué está sucediendo? —gritó Pepper, sin poder evitar hacer notar su desesperación. 


   —Ay, no. Pepper, te lo iba a decir, no quería alarmarte. 


   —¿Ibas a decirme? ¿Te estás muriendo, Tony?


   —No me diste oportunidad de...


   Todo comenzaba a tener sentido para mí. Sus largas jornadas en el taller, su distancia y el hecho de que me alejara de la casa.


   —¡¿Por qué no me lo dijiste?! ¡¿Acaso no pensaste en Peter?!


   —¡Mi plan era cocinarles un omelette y decírlo!


   Ni siquiera yo pude evitar sentirme fastidiado con las palabras de mi pá. Su plan del omelette sonaba tan tonto que me sorprendió que fuera él quien lo hubiera diseñado. 


   —Pepper... 


   —¿Ya te sientes bien? —le pregunté a mi pá.


   —Sí, ya me siento bien. Me disculparé con ambos cuando no me estén atacando los HammerDroides. 


   —Bien —sentenció Pepper.


   —Pudimos ir a Venecia —canturreó mi pá, logrando que tanto Pepper como yo colocáramos los ojos en blanco—. Ay, por favor. 


  De alguna forma, haber hablado con mi pá pareció liberarnos tanto a Pepper como a mí, ya que ambos pudimos tomarnos un respiro y sentarnos con un poco más de tranquilidad. Al menos la gente ya había sido evacuada y las máquinas de Hammer estaban lejos de nosotros. 


   La policía llegó y de inmediato comenzaron a esposar a Hammer, que todavía tuvo el descaro de declararse inocente de cualquier crimen. 


   Después de eso, Pepper comenzó a darle sugerencias al jefe de policía, olvidándose temporalmente de mí. Pero aún así yo la seguí de cerca. Lo último que quería hacer era seguir enojándola. 


   Pepper terminó de hablar con los policías y ambos nos quedamos en las escaleras de lo que alguna vez fue la entrada a la Expo, donde habían un par de máquinas de Hammer por todos lados. 


   —Pepper... ¿Puedo? —le señalé una máquina, que estaba partida a la mitad—. Es para saber cómo copió el diseño. 


   Pepper asintió, dándome permiso para comenzar a inspeccionar el androide. 


  Comencé a extraer las partes visibles de la armadura, notando que tenían un gran parecido con las de mi pá, pero parecían soldadas muy bruscamente, además de que eran de peor calidad. Continué removiendo piezas, manchándome de aceite de todas las partes y arrojando pedazos quemados lejos. 


   Y luego, comenzó una pulsación y un destello rojo en cada androide que se encontraba cerca de nosotros, haciéndome pegar un brinco. 


   —¿Esto...? —pregunté, acercándome para saber qué era lo que estaba sucediendo con los androides, si era una falla o algún sistema para la reprogramación. 


   —Peter —me llamó Pepper, asustada. Pero ni así pude alejarme de los androides. 


   Sentí a Pepper tomarme del hombro, y dos segundos después, el frío metal nos envolvió y salimos volando, directo hacia arriba, con ayuda de mi pá. Dos segundos nos separaron de morir en las consecuentes explosiones que logré ver antes de aferrarme con toda mi fuerza a su cuello. 


   Llegamos hasta un edificio lejos de las explosiones, donde mi pá nos dejó bajar. 


   Pepper y yo necesitamos un momento para sacar todo el terror que nos había producido haber salido volando a esa velocidad sin preparación. 


   Pepper le dio un fuerte empujón a mi pá para alejarlo de ella, mientras que yo caí al piso, sintiendo mis piernas temblar como gelatinas. 


   —Ya no lo soporto, Tony. ¡De verdad que no! —gritó Pepper, tomándose la cabeza para no arrojarle algo a mi pá.


   —¡¿Tú no lo soportas?! ¡Mírame a mí! —gritó mi pá, mientras que yo me puse de pie, sabiendo que lo mejor era alejarme hasta que terminaran de pelear. 


   A lo lejos logré ver a Rhodey, aún vestido con la armadura, recargado tranquilamente contra una pared. Me puse de pie y salí corriendo hacia donde éste se encontraba, sin que Pepper o mi pá notaran mi desaparición repentina. 


   —Hola, Pete —me dijo, revolviendo mi cabello. 


   —Hola, Rhodey —contesté, mirando cómo era que Pepper le reclamaba todos los malos actos que había cometido a mi pá. 


   —¿Qué tal tu noche, Rod? —cuestioné, cruzándome de brazos. 


   —He tenido mejores. ¿Y tú?


   —Mejor que la de Pepper —contesté, antes de que mi pá tomara a Pepper de la cintura y la besara apasionadamente. Cuando se separaron, escuché a Pepper musitar—: Raro. 


   —Para mí fue raro —habló Rodhey, logrando que mi pá y Pepper se separaran, completamente avergonzados. 


   —Para mí también —hablé, logrando que Pepper se sonrojara hasta la médula. 


   —Tú no digas nada, enano —me dijo mi pá—. Y tú, deja de espiarnos —le ordenó a Rhodey, que soltó una carcajada. 


   —Yo llegué primero, pero si quieren, puedo llevarme a Peter mientras ustedes consiguen una habitación. 


   —Ni se te ocurra. Peter se queda conmigo —ordenó mi pá, logrando que me sintiera súbitamente feliz. 


   —Oye, Tony. Mi auto se destruyó en la explosión, así que me quedaré el traje un tiempo —pidió Rhodey, poniéndose completamente de pie y sonriéndome tranquilamente. 


   —Uy... yo creo que no —contestó mi pá, pero antes de poder agregar algún comentario sarcástico más, Rhodey se colocó el casco y salió volando, perdiéndose en el cielo. 


   —Qué buen amigo —comentó mi pá con ironía. Después me miró a mí y sonrió un poco—. Creo que les debo una disculpa ¿Cierto? 


   —Una explicación —pedí yo, logrando que mi pá soltara una carcajada. 


   —De acuerdo, hijo


   Algo hubo en mi interior que se removió de un lado a otro por la felicidad de escuchar a mi pá llamándome hijo finalmente. Y antes de poder evitarlo, ya estaba abrazándolo con toda mi fuerza. 


   Al fin tenía permiso de llamarlo papá. 

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