Capítulo II

El resto de la tarde pasó lento y ambos hermanos no notaron la caída del sol entre conversaciones y risas. Debían ponerse al día de cada mínimo detalle del viaje del mayor y encarcelamiento en casa del menor. Cuando Gerard iba en la parte en que se subía al avión y un guapo chico tres asientos más atrás no le quitaba la mirada de encima, una de las mucamas llegó donde ellos, avisando la llegada del padre de ambos.


Michael le dedico una mirada nerviosa a su hermano, mordiéndose los labios al tiempo que escuchaban la puerta de un auto cerrarse metros frente a la puerta principal de la enorme propiedad. Gerard suspiró, bebiéndose de un sorbo el contenido de su taza e intentando parecer casual.


— Buenas noches, papá —Michael se levantó del sofá y caminó donde su padre extendiendo una mano, éste sonrió enormemente ante la severidad en los actos de su hijo, ignorando la mano extendida y estrechándolo con fuerza entre sus brazos para luego besarlo en la frente y dejarlo recuperar el aliento.


— ¡Mikey, Gerard! —dijo el padre de los Way, caminando con paso decidido hasta su hijo mayor quien se levantó de inmediato e imitó el gesto de su hermano, para ser estrechado luego con igual fuerza— Después quiero hablar contigo en mi despacho, Gerard —agregó entre dientes.


— ¡Claro padre, luego hablaremos! —exclamó Gerard, lo suficientemente fuerte como para que Mikey lo escuchara también, sonriendo levemente ante el gesto de su hermano.


— Y bien —suspiró Donald— ¿Qué tal las Griegas? —bromeo luego, sentándose en medio de uno de los grandes sofás y llamando con un gesto de la mano a una de las mucamas — Un Whisky, dulzura —le guiñó un ojo y la muchacha corrió hasta el mini bar con una enorme sonrisa en los labios.


Los minutos transcurrieron rápidamente en dos copas de Whisky y las noticias financieras que Michael le tenía a su padre del negocio familiar, mientras Gerard los miraba a ambos bostezando y luego de unos minutos el señor Donald se despidió para ir a su cuarto. Eran ya cerca de las ocho de la tarde. Los hermanos cruzaron miradas nerviosas, pero ninguno dijo nada.


Ven a mi despacho —un SMS llegó hasta el celular de Gerard y suspirando enormemente, este caminó escaleras arriba siendo seguido por la mirada de Michael.


Suspiró una vez más, se acomodó la chaqueta y ordenó el cabello antes de tocar la puerta dos veces. Un “pasa” se hizo sonar de inmediato y abrió la puerta, completamente nervioso. Su padre estaba esperándole sentado en uno de los sofás y le hizo un gesto con la mano para que se sentara en frente.


— ¿Y bien? —Gerard murmuró luego de un rato, algo más nervioso ante la mirada penetrante de su padre. Era como si este le leyera las intenciones o los pensamientos.


— ¿Y bien qué? —sonrió Donald enormemente, enarcando una ceja.


— ¿Para qué quería hablar conmigo, padre? —interrogó nuevamente, sin desviar la mirada de una réplica de un cuadro de Picasso que colgaba en la pared contraria. Pensando que con el tiempo de práctica suficiente las paredes podrían estar cubiertas con cuadros propios.


— Es un tema complicado hijo mío y por nada del mundo quiero que se lo digas a tu hermano ¿Está bien? —su gesto y voz se tornaron severas de pronto, el nerviosismo de Gerard aumentó y asintió una vez— No quería hacerte saber esto hasta estar completamente seguro. Me duele tanto tener que hacerlo ahora, tú podrías haber sido excelente dibujante, pintor o lo que sea que hagas, pero…


— ¿Qué es lo que pasa, papá? —Gerard interrumpió nervioso. Su miedo era superior a los nervios y una gota de frío sudor se deslizó por su frente.


— Estoy enfermo —Gerard se tornó más pálido aun, el semblante de su padre parecía impenetrable, como si estuvieran hablando del clima o algo trivial— Este viaje no fue por negocios o placer. Llevo meses tratándome con diferentes médicos y probando distintas medicinas. Nada ha funcionado y…


— ¿Qué tienes papá? ¿Por qué no nos lo habías dicho? —Gerard abandonó su sofá y se sentó junto a su padre, abandonando toda seriedad en el asunto.


— Tengo una especie de cáncer, tanto mis riñones como mi hígado y ahora la próstata están inútiles. En poco tiempo tendré que empezar a ser dializado semanalmente para poder seguir viviendo, eso si encuentran un hígado a tiempo para mantenerme con vida…


— ¿Cuánto tiempo? —Gerard dijo entre dientes, se mordía el interior de las mejillas para no llorar.


— Unos meses quizá —suspiró— No quería que tu o tu hermano creyeran que los estoy atando a casa o a la empresa, sé lo que te gusta, sé que los negocios no es lo tuyo pero…


— ¿Por qué eres tan egoísta papá? ¿No quieres que suframos? ¿Qué crees que siento ahora? ¡Lo mismo hiciste con mamá!  Escondiste su enfermedad fingiendo que todo iba bien hasta que murió, ni siquiera pudimos despedirnos correctamente de ella por culpa de tus mentiras. ¡Eres egoísta padre, no te importamos! Solo te importa tu sucio dinero y tu bienestar. Simplemente quieres quedar como el padre modelo y preocupado ¡Eres detestable! —escupió con las lágrimas deslizándose a través de sus mejillas, sus palabras resonaron por toda la mansión Way. Donald no dijo nada, sabía que cada una de esas palabras eran ciertas.


— Serás mi sucesor Gerard, siempre supimos que sería así —exclamó serio.


— ¡No! No quiero tener nada que me una hacia ti, no quiero tener que deberte nada padre ¡Ya no más! Estoy harto de toda esta… mierda —Gerard se levantó de sofá sin mirar atrás, caminando hacia la puerta del despacho.


— Te doy un mes para que vuelvas de rodillas a casa —Donald murmuró entre dientes, conocía exactamente las intenciones de su hijo— Pero entonces será tarde, quizá yo ya no esté con vida y quizá la empresa esté a nombre de tu hermano. Un mes, Gerard. Un mes sin mi dinero ni mi protección.


— Que así sea padre, suerte con tu tratamiento —intentó esbozar una sonrisa y cerró la puerta a sus espaldas.


Caminando hacia la puerta principal de la casa, ignorando a quien sea que se cruzase en su camino, pidiéndole al chofer que lo dejara en algún punto para tomar un autobús y marcharse al único lugar presente en su mente en ese momento. New Jersey.

Comment