Omnipresente.

—

—Y... F-fin—Los labios del rubio temblaban y sus cachetes eran manchados de agua salada, que él mismo había echado.—Gracias.

No subió la mirada, para observar a sus compañeros, no le importaba.

Sus lágrimas de cristal manchaban el papel con la fina caligrafía que él había practicado de niño. Caminando con pesadez y amargura, se dirigió al puesto de limpio pupitre pero lleno de soledad, para dejar las hojas plasmadas de aquella historia tan desolada y sacar una rosa roja de largas espinas, con meta de que nadie la agarrase.

Miró con nostalgia la rosa, acercado la a sus labios secos, dando un leve roce con un pétalo, para soltar un bajo quejido de impotencia. Dejó la rosa de grandes recuerdos en aquel pupitre.

—Te amo, mi chico de las migajas.

Okay. Listo, no me he sentido tan bien, con este final, y en las curiosidades, sabrán por qué lo digo.

—JuneMarchLager.